06 septiembre 2006

Leo en El suicidio de la modernidad, de Aquilino Duque:

"Según Gramsci, el comunismo había de ser la religión de la nueva sociedad civil, del mundo secularizado. Parodiando la célebre frase de Marx, cabría decir que el comunismo es la religión de un mundo sin religión. Los sacerdotes de esa nueva religión --los fabricantes de la opinión pública-- serían los intelectuales orgánicos, cabeza del bloque histórico. Ahora bien, la burguesía neocapitalista, que lo corrompe todo, ha corrompido al bloque histórico, cuya descomposición ha empezado por la cabeza. De este modo, los intelectuales orgánicos, en lugar de predicar la fe en el comunismo, han pasado a ser los intelectuales orgánicos de la llamada industria cultural, agentes del nuevo conformismo de la negación de valores sobre un vago fondo de utopías rojas. El caso de Pasolini es ejemplar por los cuatro costados. Militante del vicio nefando, murió por así decir en acto de servicio, y la sociedad permisiva le rindió honores fúnebres de héroe y de mártir".

Suena actual, ¿verdad? Suena a Suso de Toro, Rosa Regás, Juan José Millás... Suena a corte literaria de Zapatero.

Aquilino Duque sigue profetizando(y lo digo en el más noble de los sentidos) en

http://www.vinamarina.blogspot.com/

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