14 septiembre 2006

Plaza del castillo

Estamos ante una novela de personaje colectivo. ¿Qué la diferencia de La colmena? El espíritu vital y alegre de los personajes. ¿Qué la diferencia del "Ruedo ibérico"? Aquí no se trata de esperpento sino de idealización. Bueno, yo diría más bien de cántico. De canto épico que, como es tradicional en España, no desprecia lo realista. Es más, lo realista es la nota dominante, hasta el punto de que puede hablarse de costumbrismo. Pero un costumbrismo que aparece sublimado por el ardor guerrero que la proximidad del conflicto suscita. Esto hace de García Serrano un ejemplar prácticamente único en la novela española de posguerra y, casi diría, de toda la novela del XX en España.

Los catorce capítulos se corresponden con los catorce días que median entre el 6 y el 19 de julio de 1936. Estamos, pues, en las vísperas de la guerra civil, vividas por los personajes con el mismo desparpajo que le echan a las situaciones diarias del existir. Si el estilo debe mucho a Valle-Inclán (esas largas enumeraciones, esos cuadros llenos de pormenores) en el espíritu está Lope de Vega, no cabe duda. El temor no se ha hecho para ellos, como no sea el fugaz del desengaño amoroso.

Plaza del castillo es también un homenaje a Navarra, por supuesto: "Navarre shall be the wonder of the world", es la cita de Shakespeare que aparece como lema, junto a otro latino que expresa la voluntad de regeneración.

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