21 noviembre 2006

Lucrecia

a Melibea, cuando esta llora por haber perdido a Calisto, después de perder lo otro:

Señora, no rasgues tu cara ni meses tus cabellos. Ahora en placer, ahora en tristeza, ¿qué planeta hubo que tan presto contrarió su operación? ¿Qué poco corazón es éste? Levanta, por Dios, no seas hallada de tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. Señora, señora, ¿no me oyes? No te amortezcas, por Dios, ten esfuerzo para sufrir la pena, pues tuviste osadía para el placer.

Sabia y simpática sirvienta. De sobra sabe ella que para el placer no es menester osadía, si acaso descaro. Pero como modo amable de decir "purga tu descoco con la fortaleza de ánimo", es insuperable. Fernando de Rojas: vuelvan a él de vez en cuando.

__