07 diciembre 2006

Tempranera iluminación navideña,

quizá en exceso; pero me gusta. El día en que tengamos una navidad a lo soviético (quizá llegue a verlo) la celebraré en la intimidad, con la alegría de siempre, pero me faltará algo. Me encantan esas luces que evocan la estrella de Belén y el coro de los ángeles, cantando su buena noticia; reconfortan los villancicos en las calles y sí, aunque yo no piense atracarme, quiero seguir viendo los turrones en los escaparates, las cestas y los jamones. Creo que los presentes que llevaron los pastores al Niño serían aún mejores, pero al menos estos nos recuerdan que si hay algo que celebrar en esta vida, llega cada 25 de diciembre y es la fiesta de nuestra esperanza. Que no se apague.

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