20 febrero 2007

Pipá

Es admirable. Siento tener que dar la razón a Lázaro Carreter, si fue él el que lo dijo, pero es cierto: es un escritor contemporáneo. (Digo que lo siento porque esto de ser escritor moderno, o similar, siempre me pareció una bobada, no sé por qué). Está más cercano a la estética actual que Galdós, por ejemplo. A su lado, don Benito y todos los demás parecen antiguallas. Hace lo que quiere con el estilo, domina la narración como un maestro. Hay quien tiene gran sensibilidad como crítico pero es incapaz de crear. En Clarín se dan las dos facultades. Sobre todo, con el estilo indirecto libre, es un primor.

Me asusta (es un decir) la capacidad que tiene para penetrar en la tontería humana y dejarla en calzoncillos ante el lector, de tal manera que si uno ha tenido alguna vez una de esas debilidades, se siente en evidencia. No me extraña que mi amigo se impacientase: “pero qué se ha creído, que él no tiene defectos, o qué”. Síntoma de que le había llegado al alma, cosa que, para bien o para mal, dice mucho de un escritor. Sobre todo la vanidad, la lujuria, la admiración pueblerina o las aprensiones tontas son ridiculizadas sin piedad en esos personajes tragicómicos que son Avecilla, Zurita, Bustamante o Comella, el hombre de los estrenos. Por eso creo que no es posible entender a Clarín desde una perspectiva de escuela, como un escritor naturalista sin más. Don Leopoldo supera ampliamente las limitaciones de esta tendencia: es un escudriñador del alma.


Nota redactada en abril de 1999. Lo del amigo es por alguien que no pudo terminar La Regenta debido a esas constantes dentelladas del autor contra cosas que ambos consideramos muy respetables. No le faltaba razón, claro.

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