21 diciembre 2008

Insultos, cortes e impertinencias


"Cómo hacerlo", se subtitula este libro que viene a ser parodia de los manuales know how, biblias de los hombres crédulos de nuestra época. No tiene más valor que el que tiene un desahogo después de bien comer con los amigos, un combate de ingenio con el que pasar el rato, soltando un chiste tras otro. Hay capítulos poco logrados, como el que se dedica a los políticos (son, ciertamente, una especie con muy poco sentido del humor), y otros enormemente divertidos, como el referido a los feos, inútiles, pesados, torpes... o el dedicado a los cortes. Recomiendo vivamente las pullas contra los orgullosos de haberse hecho a sí mismos.

"El español insulta mejor", dice Ángel Palomino, en un rasgo de patriotería chusca. Pero también opinaba don José Miguel Ibáñez Langlois que el español era un excelente idioma para la imprecación. En todo caso, ello puede deberse a lo susceptibles que somos ante el insulto. Un toque de claxon aún nos solivianta. y resulta curioso que esto ocurra en el mismo pueblo que ha encontrado en el humor el mejor modo de enfrentarse a las contrariedades de la vida, díganlo Cervantes, Quevedo o Enrique Jardiel Poncela. Gozamos insultando y nos sabe fatal que nos insulten, lo que indica una cierta mala leche nacional, pero al mismo tiempo nos reímos de nosotros mismos mejor que nadie.

Ángel Palomino confesaba que Lío en Kío lo había escrito por encargo. Este también parece un libro encargado por la colección El Papagayo. Está hinchado a ojos vista, y, como digo, su contenido es muy desigual. Pero hace pasar un rato espléndido.


Nota redactada en octubre del 2000