22 septiembre 2009

La desaparición


Menudo título que han ido a poner estos benditos editores a lo que originalmente se titulaba, intuyo, El huevo de oro (digo que intuyo porque es holandés). Como si ponen "El asesinato", vamos. Creatividad. Lo que sí está logrado es la foto de la portada. Esos dos viejos surtidores de gasolina, sin mangueras, aislados sobre un pavimento ruinoso en medio del campo se dirían dos tumbas, las tumbas incógnitas ("donde habite el olvido") de los dos protagonistas, bajo un cielo tormentoso.

En la solapa me comparan al autor con Patricia Highsmith, entre otros. Y ciertamente, esta historia del oscuro ciudadano y del psicópata podría haberla escrito ella, me parece. Es una novela sobre obsesiones que se realizan, lo que se llama terror psicológico, vamos. Y todo sin grandes voces, sin desgarros, con una angustia ahogada. El oscuro ciudadano no quiere justicia, no quiere venganza, sólo quiere que la fatalidad se explique, aunque él tenga que morir como su chica. Y el psicópata lo acepta, pero no se regodea, ni teme: su experimento salió a pedir de boca, se demostró algo a sí mismo, y ahora, hasta que se le vuelva a ocurrir un nuevo desafío. Es una manera de combatir el tedio: otros buscan chicas, hasta ver si dan con la perfecta.

El tío narra bien, estructura bien, pero tampoco dice gran cosa.

Nota redactada en julio del 2005. El tío es un tal Tim Krabbé.

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