29 septiembre 2009

Los españoles en la historia


Me agradan estos estudios que tratan de definir el "hecho diferencial" español, hoy que tan en duda se halla puesto. De una primera lectura me quedó esa conclusión de que "Cataluña nunca quiso vivir sola, sino siempre unida en comunidad bilingüe con Aragón o con Castilla", por lo que el nosaltres sols era un lema antihistórico. Esta vez me ha llamado la atención la inteligente mirada de Menéndez Pidal sobre lo que constituye la grandeza y miseria de España en la historia, sus miras excesivamente altas ("pon en tu orden muy alta tu mira, lo más alta que puedas... apunta a lo increíble", había escrito Unamuno, plenamente identificado, en su madurez, con esa España de las grandes empresas): el exceso de magnanimidad, si puede llamarse así, que aquel benedictino, fray Benito de Peñalosa, cifró en "las cinco excelencias que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación". Es, en definitiva, el quijotismo, del que convenía haberse curado para quedar convertidos en Alonso Quijano el Bueno, y no en la triste figura del caballero vencido, primero, y después en el tristísimo despojo augurado por Alfonso Guerra.

No puede decirse que el de Menéndez Pidal sea el dibujo de una España idílica, o que, al contrario, goce con las miserias de los españoles. Trata de ser, al contrario, un diagnóstico, que da fe, si no de una España eterna, como querían los noventaiochistas, sí de una realidad histórica.

Nota redactada en diciembre del 2002

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