25 septiembre 2009

Qué bien se sabía Lope la teoría


--No te espantes, Felicia, que no te haya conocido, que aunque te visitaba no te vía; tan aprisa miro yo los rostros de las mujeres de mis amigos.

Y por si no nos hemos enterado, continúa el narrador:

¡Oh palabras dignas de estar escritas con letras de oro en mármoles, para que aprendiera la bestial ignorancia de algunos hombres el respeto que debe a la honra la amistad, y el buen nacimiento a la obligación! Que hay hombres cuya liviandad no sabe distinguir la honra de la infamia, ni el apetito de la razón, de que suele resultar tanta discordia y algunas veces tanta sangre.

("Guzmán el Bravo", en Novelas a Marcia Leonarda)

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