08 diciembre 2009

Sine labe


Escuché hace poco una homilía imponente sobre el matrimonio de María y José. Se puede hablar mucho acerca de ello y convencer más o menos. Pero de lo que no me cabe duda es de que José era feliz sabiendo que iba a contraer un matrimonio virginal. Con ella, claro.

Inmaculada... Tanto, que el mero hecho de tocarla debía de repeler al pensamiento. Es posible que incluso la cláusula de virginidad, por así decir, le produjese alivio. Y, a la vez, qué dicha, vivir con ella en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la pobreza, y amarla y respetarla todos los días de su vida...

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