30 noviembre 2010

Amor y responsabilidad


Conozco a un señor que odia las citas "lanzadas como pedradas". Con Karol Wojtyla no hay ese problema, porque no se encuentra a lo largo del libro ni una sola frase redonda y lapidaria susceptible de ser arrojada al adversario. Lo que sí se encuentra es una argumentación sólida y profunda, que si por momentos resulta ardua, queda compensada por lo machacón de las ideas madres. Que son estas: la persona no puede ser utilizada o gozada, sino amada; sólo hay amor cuando miro al otro como persona, no como un conjunto de encantos sexuales; sólo en el matrimonio se realiza plenamente (verdaderamente) el amor sexual entre hombre y mujer. Todo ello supone una reivindicación de la continencia y la castidad como virtudes que regulan los impulsos sexuales y los integran en el amor: rehabilitación es el térmno que utiliza aquí el traductor, lo que supone que esas virtudes habían sido desechadas como inútiles en el parecer de muchos. En ese camino, como vemos a diario, queda mucho por andar, pero este libro es un jalón de mucho peso en el recorrido. Un peso que se advierte en la enseñanza de los últimos papas y en la vida real de muchas familias, cada vez más, afortunadamente.

Nota redactada en febrero del 2010

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