10 noviembre 2010

Así se pierden las colonias


Hacia las cinco de la tarde el elemento militar rugía alrededor de los aperitivos, toda suerte de licores que en el momento de mi llegada acababan de sufrir un aumento en el precio. Una delegación de clientes iba a solicitar del gobernador una disposición oficial que prohibiera a los bares hacer lo que les daba la gana con los precios corrientes de la absenta y del cassis. Según ciertos habituales, nuestra colonización se hacía más y más penosa por culpa del hielo. Es un hecho: la introducción del hielo en las colonias fue el principio de la desvirilización del colonizador. Desde entonces, soldado por costumbre a su aperitivo helado, el colonizador tuvo que renunciar a dominar el clima con sólo su estoicismo. Los Faidherbe, los Stanley, los Marchand, digámoslo de pasada, tuvieron en gran estima la cerveza, el vino y el agua tibia y dudosa que sin quejarse bebieron durante años. No es más que eso. Así se pierden las colonias.

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche

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