21 enero 2011

A prueba de copias


Hace años, Alejandro Sanz publicó un disco donde, según él, el puro romanticismo cedía el paso a la conciencia social: yo canto a los oprimidos, y tal. Eran también los años de la invasión de Irak, cuando quedaba muy bien sumarse al no a la guerra. Lo curioso es que ese disco salía con un dispositivo especial anticopia. Uno podría pensar que si cantas al pueblo deberías facilitar que tus canciones circularan libremente entre los desheredados. Tal era la idea de los cantautores de los 70, que ponían música a los poetas sociales para divulgarlos mejor entre "la inmensa mayoría", que dijo Blas de Otero, pues a ella iban dedicados. Pero la de Alejandro Sanz era una conciencia social a prueba de copias.

Y nuestro hombre no ha cambiado: sigue con su conciencia social, ahora haciéndose fotos con niños enfermos en África, mientras protege con uñas y dientes sus creaciones. Nunca mejor dicho, pues se permite arañar y morder verbalmente a todo aquel que osa atentar contra "los derechos de los creadores" copiando música. Conmigo puede estar tranquilo, porque su voz me produce jaqueca. Pero si se sale con la suya y con la de Sinde va a tener que desempolvar sus corazones partidos para que las niñas bien se derritan en sus guateques, o como se llamen ahora.

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