09 mayo 2011

Paz y maquiavelismo


Son tantas las sugerencias que aparcen en este breve discurso, que malamente puedo en unas pocas líneas dar idea de su interés. No conozco al autor (Alfonso de Cossío), de ilustre apellido, pero está claro que a partir de ahora buscaré más obras suyas. En el fondo, el tema es el tantas veces apuntado en estas conferencias del Ateneo de Madrid en los años 50, recogidas por Pérez Embid en la colección "O crece o muere": el de la pérdida del centro, es decir el abandono de una visión cristiana del mundo y de la sociedad, iniciado en la Edad Moderna. Pero pocas veces lo he visto presentado con esta clarividencia a la par que pulcritud de estilo. Dedica Cossío una buena parte de su discurso a las utopías políticas, cuyo error está no en tratar de presentar cómo sería una sociedad ideal, sino en su intento de reglamentar ya, ahora, la vida de una nación con arreglo a esos esquemas, que solo son invariables en la ficción, pues la realidad está sometida a múltiples condicionamientos; y, por otra parte, como lúcidamente afirma al final, "el problema de la paz solo lo puede reslover cada uno dentro de sí mismo". Pero, y esta me parece una de las aportaciones más interesantes de Cossío, tampoco nos vale la que podríamos llamar antiutopía maquiavélica, que consiste en actuar como si nada fuera mejorable en el hombre, en sacar el máximo partido de unos vicios que se consideran insuperables, asentando sobre ellos la sociedad.

Nota redactada en marzo de 1999. Parece ser que nuestro hombre se dedicó más bien a temas jurídicos, con excepción de sus obras sobre Quevedo y Cervantes. En todo caso, difíciles de localizar.

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