17 junio 2011

El embajador


Las vidas de nuestros próceres del Renacimiento merecen, en verdad, los honores de la recreación, y no sólo con novelas minoritarias como ésta de Antonio Prieto, sino con novelas tipo best-seller y películas, como se ha hecho ahora mismo con Lope. El embajador es Diego Hurtado de Mendoza, poeta y diplomático, y Prieto mezcla en su vida, como de costumbre, fantasía y humor, anacronismo y lenguaje de época. Era muy tentador hacerle, de hecho, autor del Lazarillo (creo que la última hipótesis sobre tan debatida cuestión apunta, de nuevo, hacia nuestro hombre). Según Prieto, Lázaro le contó su vida, durante una navegación, a don Diego, y este la dio a la estampa de forma anónima. Pero este no es, ni de lejos, el asunto central de la obra. Junto a las aventuras políticas de don Diego, cobran relieve las amorosas, que para eso hablamos de un hombre del Renacimiento. Y sobre todo la que mantuvo con la dama Letizia (sí, así, con z, como...), a quien Prieto identifica con una anónima mujer retratada por Tiziano, a la que se suele conocer como "La bella" y que ilustra la portada. Por lo demás, "asfixiante culturalismo", como decía uno, pero un gozo su imitación del castellano clásico.

Nota redactada en septiembre del 2010

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