07 diciembre 2011

Filocalía o amor a la Belleza


Las mayúsculas de la palabra Belleza en el título no son un capricho de los editores, pues el concepto de Belleza como uno de los atributos de Dios es la clave de este ensayo. Para Urbina, un artista juega a crear belleza imitando a Dios en la creación del mismo modo que un niño juega con un tren imaginando ser ingeniero o con coches de juguete imaginando ser piloto. Dios es la Belleza y una obra de arte no es sino un acercamiento a Dios.

Esto tiene varias consecuencias. Una de aquellas en que más insiste el autor es que, por lo anterior, la obra de arte no es buena o mala o, más exactamente, es buena por el hecho de ser bella o es más buena cuanto mas bella. Y esto con independencia de que el artista o (con más frecuencia) el poder público puedan lícitamente juzgar que el público no está preparado, en un momento dado, para esa belleza.

Pedro Antonio Urbina es poeta, y este ensayo está escrito en un lenguaje poético, o casi, en todo caso sentencioso y con tendencia a la creatividad sintáctica, más que léxica. Lo que estoy queriendo decir, vaya, es que a veces cuesta seguirle, por lo menos a mí e imagino que a muchas personas más. Y no hay modo de reprochárselo, pues te respondería lo que él pone en boca de todo artista a quien le preguntan qué quiso decir: quise decir lo que he dicho y como lo he dicno, y si hubiera podido decirlo de otra forma lo habría hecho. Gente rara, como sabemos...

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