19 diciembre 2011

La inversión del zapaterismo

A menudo me he sorprendido, y he visto a otros sorprenderse, por este fenómeno: pensamos en la España zapaterista como en la nueva Sodoma, por sus disposiciones legales en materia familiar y sexual. Sin embargo, contemplando la vida cotidiana en otros países, sobre todo de los jóvenes, encontramos una mayor naturalidad en la vivencia de cosas como el uso de anticonceptivos, convivencias extramaritales… La conclusión es que, en España, la ley va muy por delante de la vivencia, porque gobierna una minoría empeñada en cambiar cuanto antes esta sociedad. Es lo que denuncia Valentí Puig en su artículo “Observaciones de un conservador de centro”*:

Entendíamos –como Toqueville- que la experiencia y las costumbres preceden a las leyes. El zapaterismo, al contrario, usa la política para que las leyes transformen las costumbres. Es un ejemplo muy concreto. En general, el episodio del zapaterismo ya ha representado una malversación manifiesta de la política. Han sido ocho años perdidos y, es más, irrecuperables. Y en general, lo que vemos es que la política se ve restringida a ser un apaño para situaciones imprevistas, un taller de parcheo, irremisiblemente coaccionado por ciclos que incluso son de menor alcance que los ciclos electorales. Sí, los imprevistos.

Entiendo que cuando dice que “la política se ve restringida a ser un apaño” se refiere a la política normal. En efecto, la derecha en España está para poner parches, como se viene mostrando. Pero, ¿por qué, fuera de situaciones excepcionales, el electorado español se inclina a opciones que contradicen el modo de vida de la mayoría? ¿qué han hecho unos y otros para perder o ganar de ese modo la voluntad de la gente?

La respuesta daría para un ensayo, por supuesto.


*En Cuadernos de pensamiento político, 32

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