27 febrero 2012

Reflexionaba hace unos días


Javier de Navascués sobre el problemático papel del bien (así, en abstracto) en las novelas. Casualmente me encuentro ahora con esta aportación de Carlos Pujol:

El Bien es una presencia extraña y desconcertante en una novela, nunca se sabe cuándo estorba y cuándo salva el libro. Ingrediente imponderable y necesario que hay que manejar con un tacto exquisito, pero también dimensión sin la cual cualquier historia se hunde en el narcisismo y la futilidad.

(En Cuadernos de Escritura)

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