12 octubre 2012

La última



Yevgueni Zamiatin escribió en Nosotros (1921) la primera de esas pesadillas que prevén un fin totalitario de la historia. La suya llegó, como la soviética a la que parodiaba, tras una revolución. 


-¡Es una locura! No tiene pies ni cabeza. ¿No veis que estáis preparando una revolución?

-Sí, una revolución. ¿Por qué no tiene ni pies ni cabeza?

-Porque no puede haber revolución. Porque nuestra revolución fue la última y no puede haber otra. Todo el mundo lo sabe...

Vi esbozarse el triángulo irónico y agudo de sus cejas:

-Querido amigo, eres matemático, eres además filósofo matemático; dime cuál es la última cifra.

-¿Cómo? No te entiendo, ¿qué ultima cifra?

-Pues la de encima, la última, la mayor...

-Pero, I, es absurdo. El número de cifras es indefinido, no puede existir una última cifra.

-Entonces, ¿por qué hablas de última revolución? No hay última revolución, el número de revoluciones es siempre infinito. El último es para los niños: el infinito les asusta y tienen que dormir tranquilamente por la noche...

-Pero ¿qué sentido tiene, en nombre del Bienhechor? ¿Qué sentido tiene si todo el mundo es feliz?

-De acuerdo, pero ¿después?

-Es ridículo, es una cuestión pueril. Cuéntale un cuento a un niño, díselo todo y te preguntará: "¿Y qué pasó después? ¿Por qué?"

-Los niños son los únicos filósofos valientes. Y los filósofos atrevidos son obligatoriamente niños. Hay que ser como los niños, siempre hay que preguntar: "¿Qué pasa después?"

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