13 mayo 2013

Dos en una


-Entonces, ¿los compraste?

La cagó. En la última página y sin remisión.

Perdónenme ustedes, lo sé: esa expresión es pobre y zafia. Pero he intentado otras y ninguna dice igual lo que ha hecho Martín Casariego Córdoba con su historia. Porque la manera más lamentable de estropear una historia de amor es aludir a esos objetos que son el símbolo del trato más mezquino que puede darse entre hombre y mujer.

Dos en una es una historia de amor, sí. Inverosímil y divertida; llena de referencias a las modas del momento, como todas las de su género; superficial tal vez, pero muy acertada al incidir en ciertos asuntos, como es el del egoísmo conyugal y sus efectos en los hijos; y adornada por una exigencia de fidelidad y de elegancia en el decir y el hacer, en lo tocante a las relaciones chico-chica. En una de sus páginas se llega a aludir al amor hermoso.

Por eso no le perdono el final. Esa cita en la casa del chico lo deja todo convertido en un contacto de esos que se anuncian en los periódicos. Martín, por tu padre, quítalo; o, al menos, quita la alusión a los cachivaches.

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