10 mayo 2013

Numeritos y películas


Tal o cual vez, a los partidos les toca montar (escenificar, dirían hoy) un lamentable número de Pinto y Valdemoro. Es su destino: tratar de contentar a todos para no contentar a nadie. Ahora le está tocando al PSC, o a su cabeza, que es igual. Ya están en Pinto, ya están en Valdemoro. Es un número de cuerda floja en que se arriesga poco, salvo en época electoral. El pueblo soberano tiene mala memoria, o la tiene corta. Es lo que hay, desde hace treinta años.

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Mientras unos publiquen tratados de moral y otros hagan películas, los de los tratados de moral no levantarán cabeza. El cine, que puede convertir en héroe a un asesino, es muy capaz de presentar como un acto de amor lo que no es más que quitarse de encima un estorbo. Los premios ayudan un poco, también. Sale un tipo con cara de pobrecito de Dios que dicen que ha hecho una película titulada Amor, que acaba resolviéndose en una eutanasia, y a tragar la bola. Así que a ver quien explica luego que amar es decirle a alguien "es bueno que tú existas".

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El socialismo defiende como gato panza arriba su modelo de educación. Bueno, como gato panza arriba no, porque están lejos de una situación desesperada; de hecho, siguen llevando las de ganar, teniendo en cuenta lo que hay enfrente. Parte importante de esa educación es la renuncia a inculcar principios morales básicos y fomentar el relativismo, también mediante peliculitas cuya proyección en sí es más eficaz que el debate que la sigue (cuando la sigue), convenientemente dirigido además, pues, en efecto, quien enmarca el debate gana el debate, y el marco suele consistir en "aquí no hay más verdad que la verdad de cada uno".

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