24 octubre 2013

Luz del mundo


De Benedicto XVI me interesa tanto su magisterio como sus opiniones, como me sucedía con Juan Pablo II. Se trata de dos cabezas de primer orden, tan grandes como sus corazones. En Luz del mundo se transparenta además una gran sencillez, que es virtud tanto más estimable, justamente, en cuanto que se transparenta en vez de ostentarse. Y como la sencillez, o la humildad, es la verdad, no niega el hoy papa emérito los logros de su pontificado. Tampoco su dolor por esa sombra que le tocó afrontar, la de los abusos sexuales por parte de curas, a la que dio respuesta contundente en el documento que aquí se agrega como apéndice.

Es fácil decirlo ahora, pero parece que algo se atisba también aquí de su futura renuncia al pontificado. En varias ocasiones se refiere a esa posibilidad y a su falta de fuerzas. Sin embargo, es optimista con el futuro de la Iglesia, a la que ve crecer ostensiblemente fuera de Europa y dar nuevos frutos en el viejo continente. Las preguntas de Seewald son incisivas y se dirigen a las cuestiones que los media han convertido en polémicas, pero Benedicto XVI convierte siempre sus respuestas en una meditación de mucho mayor alcance que lo que cualquier periódico es capaz de encajar.

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