15 mayo 2014

André Breton y los datos fundamentales del surrealismo

Este meritorio ensayo está compuesto como una alabanza de fines y de medios; vamos, que va en plan laudatorio. Sin embargo, no consigue convencerme de que la escritura automática sea algo más que una técnica útil para psiquiatras, o que la yuxtaposición de cosas extrañas sea buen medio para captar esas cosas que no puede soñar la filosofía. Eso sí, ayuda a comprender un poco más la poesía de un Vicente Aleixandre, que es el surrealista que mejor conozco, y ello a pesar de que no lo nombra nunca. La lucha por borrar los límites, el amor como deseo de fusión con una totalidad digamos mística, todo eso, que yo creí original de don Vicente, está en la carta de identidad del surrealismo, según Carrouges, porque al parecer se trata de salir de un Matrix (¿alguien se acuerda ya de aquello?) creado por una razón y un sentido común de cortos alcances.


Antes de pasar a analizar la escritura automática y el azar objetivo, conceptos claves del surrealismo, Carrouges vincula aquí el surrealismo con viejas metafísicas, en concreto con el hermetismo y con la alquimia, conocidas bastante bien por Breton, al parecer, y concluye con un análisis de la relación del arte surrealista con la ciencia. En este sentido, Carrouges no rechaza nada, sino que opta por una complementariedad: arte y ciencia cooperando en la búsqueda de esa superrealidad que un día estará a nuestro alcance. En definitiva, creo que Carrouges  esperaba demasiado de un movimiento más bien limitado, a no ser que se amplíen sus conceptos fundamentales hasta abarcar todo arte que pretenda no quedarse en lo superficial. 

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