10 junio 2014

Guerra y paz

No comparto el entusiasmo de tantos lectores, y en particular del editor Muchnik, responsable de esta edición, por Guerra y paz. Hay páginas y páginas de paz y otras tantas y tantas de guerra que son de tipo más documental que novelesco y exigen una gran paciencia del lector. Pero estoy convencido de que se trata de una limitación mía, que esperaba mucha más novelería del autor de Anna Karenina. Es al final de la obra cuando aprecias la grandiosidad de esta novela-universo; pero te pilla cansado, tan cansado...

Quizá es un síntoma de su grandeza el hecho de que no fuera capaz de fragmentarla, como otras. Había pensado apurar una parte y e ir difiriendo las demás para sucesivas temporadas, pero me di cuenta de que eso me iba a hacer perder perspectiva, que una vez dentro había que llegar al final de una tacada.

De esta novela panorámica de la que tanto se podría comentar me llama la atención el personaje de Pierre Bezujov, ese escéptico que roza el nihilismo y llega a parecer un personaje de novela del siglo XX; pero cuyo final no se diluye en la nada, como suele suceder en estas, sino que acaba en un encuentro con Dios nada ingenuo ni artificial, sino como resultado de un peregrinaje dantesco por el infierno y el purgatorio en la tierra. No es, pues, un final feliz forzado, como podría pensarse, sino tan realista como el resto de la novela.


__