28 septiembre 2014

Los otros


Ya que he dejado claro lo que opino del PP y su chalaneo con cuestiones fundamentales, tengo que hablar ahora de otra especie: los resabiados, los del ya os lo dije, los del hay que ver cuánto canelo que va a misa, es decir, los mismos del no eres católico si votas PP y mucho menos si no rompes el carné.

Vamos a ver: yo podría (condicional simple) votar al PP sabiendo que no moverá un dedo por la vida porque lo que no voy a solucionar con mi voto es la cuestión del aborto. La sociedad española ha llegado a un punto en que en dicha cuestión hay dos opiniones mayoritarias: una, la de los que promueven el aborto por las razones que sean; dos, los del y yo qué sé; o sea, los que carecen de convicciones en esto y en todo, porque se les ha educado en el escepticismo, en el qué es la verdad.

En el PP predomina esta última tendencia, porque el PP no es una isla en la sociedad española, sino que es una muestra de ella. Así las cosas, yo podría votarles, insisto, porque con mi voto no voy a cambiar España de arriba abajo; sé lo PI que es citar a José Antonio, pero bueno: "en estas elecciones votad lo que os parezca menos malo; pero no saldrá de ahí nuestra España", decía el de Estella. Pero tampoco se trata de elegir lo menos malo, sino de elegir el mejor gestor, sabiendo que lo otro es batalla ganada pero que se librará por otros medios y que tal vez no vivamos para ver la victoria.

Para castigar su progresismo de imitación, no voté PP en las europeas. No lo votaré en las próximas generales por su falta de respeto al electorado y su comercio rastrero con cosas sagradas. Pero, a estas alturas de la película, enrocarse en una actitud de inhibición política como la que supone dar el voto a formaciones testimoniales sería correr el riesgo de abocarnos a un nuevo non expedit. Por eso no pienso escupir sobre los ministros católicos que no dimitan ni señalar a nadie como réprobo por tener carné de ese partido.

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