26 enero 2015

Personas

George Eliot (Mary Ann Evans) termina su novelón Middlemarch con un elogio de la protagonista y un toque moral tan elegante y contenido como el resto de la obra.



Su espíritu delicado aún dio sus delicados frutos, aunque no fueron ampliamente divulgados. Su íntegro carácter, como el río del cual Ciro tomaba su fuerza, se ramificó en pequeños canales, que no llegaron a tener nombre sobre la tierra. Pero el efecto que ejerció sobre aquellos que la rodearon fue incalculablemente extenso, pues la expansión de la bondad sobre el mundo depende en parte de actos no históricos, y el hecho de que las cosas no sean tan malas para ti y para mí como podrían haber sido, se debe en gran parte a un número de personas que vivieron con gran fe una vida desconocida y que descansan en tumbas no visitadas.


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