04 marzo 2015

Los emergentes


Ciudadanos se está revelando como la alternativa racional a Podemos dentro de las alternativas a la famosa casta. Personalmente prefiero la casta, con sus mentiras y sus golfadas, a un tipo que se ha promocionado in puribus con las manos sobre la tríada capitolina, circunstancia que acaban de recordarnos en un libro firmado por varios autores que constituyen, supongo, el coro intelectual del aplauso a este fenómeno emergente. Y no dudo que Albert Rivera pueda ser un político honrado ni que suponga un poco de aire fresco en Cataluña, donde sólo un PP cada vez más desacreditado levantaba la bandera de España. Pero hay aduanas que soy incapaz de derribar, llámenme lo que me llamen los politicorrectos.

Eso por no hablar de la otra gran figura del movimiento, ese Arcadi Espada que en memorable ocasión negó el derecho a la vida a los monstruos, es decir, todos aquellos, supongo, más feos o más discapacitados que él mismo (hagamos votos porque nunca sean Daniel Craig o Monica Bellucci los encargados de poner el listón). Si voy a cuentas, acabo encontrando más gente presentable en el seno de la casta que fuera de ella. Cosa que me aterra pensando en el día de la papeleta.

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