11 septiembre 2015

Tiempos y costumbres




Hugh McLeod analiza el decrecer de la práctica religiosa en el anglicanismo tras los años de la posguerra y lo relaciona con "los temas típicos del Cristianismo de los años 60", entre los cuales se hallan

... una visión crítica de la Iglesia (y de las instituciones en general); la insistencia en que la mejor práctica del Cristianismo se encontraba muchas veces fuera de la Iglesia; el rechazo del código moral legalista a favor de una ética de situación; la afirmación de que el verdadero lugar de los cristianos está entre los marginados, y la consecuente suspicacia ante cualquier clase de respetabilidad o de estatus reconocido; y el rechazo del dogma.

El párrafo es de su obra The religious crisis of the 1960s, y citado por Mary Eberstadt en Cómo el mundo occidental perdió realmente a Dios; la cual continúa:

En términos prácticos, estos cambios fueron calando, dando forma a nuevos énfasis, parecidos a los que emergían en los Estados Unidos; entre ellos, el estudiado abandono de imágenes tradicionales como la de Cristo Rey, la preferencia por la obra social por encima del ministerio tradicional, el uso de guitarras y otras músicas innovadoras en lugar de la tradicional, la aparición de libros de súper ventas que interpretan la ortodoxia religiosa y que argumentan que los marginados están más cerca de Dios que los creyentes tradicionales, y otros indicios de la ascendencia de un espíritu progresista en el Cristianismo protestante.

En el Cristianismo protestante también, nos vemos llevados a añadir. Todo esto nos suena, desde luego, aunque en el caso de la Iglesia católica tal tendencia fue contrarrestada a tiempo por unos papas excepcionales.

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